Corazón Salto

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sábado, 24 de julio de 2010

Nuestro Millón, y el de la canalla


No me sorprende que la basura humana de Patricia Poleo haya publicado, en una de las basuras periodísticas que le publica la basura de su papá, una basura de chisme sobre el Pabellón de Venezuela en Expo Shanghai 2010.

Y no voy a comentar, acerca de la supuesta “pérdida” de dinero destinado a un viaje de la Orquesta Sinfónica Juvenil a China, sino que se trata de una sarta de disparates cuya publicación ha sido fríamente calculada para coincidir con el día en que ingresa a nuestro pabellón el visitante número 1 millón.

Lo único que me satisface en esta providencial coincidencia, es constatar que haya gente a quien le duela tanto este extraordinario hecho, como para montar una olla podrida de semejante magnitud, con el fin de eclipsarlo.

Y, efectivamente, tiene que dolerle a la derecha que un millón de personas haya ingresado en un pabellón que no es una mera sucesión de banalidades turístico – publicitarias, sino que invita a un recorrido por un país que se encuentra en Revolución, y explica con la pedagogía necesaria cómo esa Revolución está cambiando la vida de nuestro pueblo.

Todo, en la extraordinaria experiencia del Pabellón de Venezuela en Expo Shanghai 2010, ha sido a imagen de la lucha revolucionaria que se libra en la patria de Bolívar.

En primer lugar, levantamos un hermoso pabellón en tiempo récord. Literalmente, pues el nuestro fue el que más rápido se construyó, a pesar de estar entre los medianos a grandes por sus dimensiones (3000 m2).

En segundo lugar, nuestro Pabellón trae una propuesta integral y colectiva, donde lo importante no es qué arquitecto lo diseñó, sino cómo transmitir lo más fielmente posible, el mensaje de nuestro pueblo revolucionario al resto del mundo. Además, decir que un millón de personas ha visitado el Pabellón de Venezuela, también quiere decir que ha escuchado los cantos de nuestro pueblo y visto nuestras producciones cinematográficas, traducidas al idioma chino y al inglés. Ese millón entró al anfiteatro “La Churuata” a admirar las presentaciones de grupos verdaderamente populares y a ver cine auténticamente venezolano. Más de una “estrella” de la música se quedó con los crespos hechos, porque esta vez viajaron a China quienes nunca tienen la oportunidad de mostrar su talento fuera del país, a pesar de un extraordinaria calidad artística y humana. Un millón de personas, también, ha degustado nuestra comida, comido nuestro chocolate, probado nuestro ron y saboreado nuestro café, sobre todo el producido por empresas socialistas, porque el Pabellón venezolano cuenta con un restaurant y una quincalla donde se pueden apreciar todos estos productos.

En tercer y último lugar, este pabellón ha debido sortear todas las malas voluntades del escualidismo venezolano, desde la oligarquía arquitectónica y musical, berreando porque esta vez, por fin, no fueron invitados, hasta los operadores navieros que hicieron lo imposible por sabotear el envío de nuestros productos a China. Eso sin contar los millones de sabotajitos cotidianos de escuálidos enquistados en el aparato de Estado. ¿De quién puede venir, sino de alguna rata de derecha infiltrada, una “información” tan medida y mal intencionada?

Termino entonces celebrando este hermoso logro, felicitando al niño chino de 11 años, Ji Kun Cheng, que nos dio la alegría de celebrarlo homenajeando a un pequeñito, al tiempo que reivindicando, a nombre nuestro pueblo, la verdad por encima de la basura y la canalla.

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